Los laúdes centenarios vuelven al Mar Menor en una regata histórica

Naútica
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Vuelven a las sufridas aguas del Mar Menor, con sus cascos de madera y sus velas de cuchillo, como lo hicieron en la primera mitad del siglo XX. Este domingo, 12 de septiembre, se celebra la regata de laúdes de vela latina Mar Menor, Trofeo Náutico La Puntica, que se puede seguir desde la orilla de Lo Pagán y La Ribera a partir de las 12 de la mañana. 

Esta regata de laúdes de vela latina típicos del Mar Menor reunirá a varias embarcaciones históricas, como La Conchita, propiedad e Ignacio Barnuevo, bisnieto del fundador de La Ribera. "La Conchita es la libertad de la vela latina", ha comentado el propietario. 

El domingo será una ocasión también para ver el Virgen de la Asunción (en la foto principal), propiedad de Los Luisos, la familia de pescadores de Los Alcázares. Este fino laúd de 33 palmos llevó durante muchos años en procesión a la Virgen de la Asunción en su salida a las aguas de agosto. 

Botadura de La Conchita en la orilla de La Ribera en 1960. Foto cedida por la familia Barnuevo. 

Competirán con el Virgen del Carmen, el Joven Josefa y el Santa Eulalia. Según el ingeniero naval Víctor Moreno, autor de 'Velas blancas', "desde que la práctica de la vela latina se declaró Bien de Interés Cultural Inmaterial lo hemos puesto de moda". Destaca que es "un deporte autóctono del Mar Menor, saludable para sus aguas e integrador de mujeres y hombres en las tripulaciones". Junto a Francisco Javier Olmos, conocido como Paco el 'Luiso'- autor de una triología dedicada a la laguna-, quieren crear la Federación de Laúdes de Vela Latina del Mar Menor, proteger esta flota centenaria y recuperar las regatas. 

Las regatas de vela latina despertaban en las primera décadas del siglo XX más expectación que el fútbol actual. La Compañía del Tranvía a vapor habilitaba trenes especiales para que los aficionados llegaran a La Unión, desde donde un servicio de automóviles trasladaba al público a la costa alcazareña, centro neurálgico de las regatas de laúdes en aquel tiempo. 

El lance más famoso fue el que tuvo al laúd Once de Mayo (1910), propiedad de Tomás Maestre, como protagonista. 

El laúd más famoso de la laguna, construido por Francisco Pinto, gozaba de años de triunfos, cuando el regatista Pedro Sánchez Meca puso un anuncio en la prensa de la época en busca de un carpintero de ribera "capaz de crear un laúd que venciera al Once de Mayo al menos dos veces de las tres regatas que efectuara".

Todo un órdago. Ningún constructor dio un paso adelante, excepto el propio maestro Pinto, dispuesto a superarse a sí mismo. Y así lo hizo con su nueva criatura, el Primero de Agosto (1930), que destronó al barco de Maestre en el primer desafío. Tiempos de épica. 

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