ALEXIA SALAS
Hemos perdido una biblioteca, una especie en extinción de conversador, un pozo sin fondo de la intrahistoria. Hemos perdido a Pablo Galindo Albaladejo, el cronista oficial de Los Alcázares, profesor que nunca dejó de enseñar ni siquiera cuando se jubiló debido a que su maltrecho corazón ya le daba avisos de la fragilidad de la vida. Él la aprovechó bien. No había más que ver su semblante sereno de hombre que ha conocido la plenitud.