Fauna marina, damas versallescas y muchas vitaminas en forma de fruta. Todo eso y más se ha visto en la tarde de este domingo, 10 de febrero, por las calles de San Pedro del Pinatar. Las comparsas le echaron más imaginación y menos plumas en el año cumbre de la crisis, pero lo que sí se notó fue el desenfado y las ganas de diversión de los carnavaleros. Como el Carnaval manda.
Alrededor de 12 comparsas, pero con más miembros que nunca. La más numerosa, la del colegio Villa Alegría, con 121 participantes entre padres y alumnos. Sacaron a la calle una réplica del submarino Peral, seguido de infinidad de marineros de todos los tamaños, fauna marina aparte. Tiburones, pinguinos, pececillos y grumetes, todos juntos en la gran familia carnavalera local. Llamó la atención cómo ha crecido la familia del ballet Kebanna, dirigido por la profesora Laura Martínez, que coordinó a la perfección a decenas de damas versallescas, con sus pelucas enroscadas y sus zapatos de lengüeta afrancesada. El avanzado embarazo de la monitora no le impidió dirigir y supervisar la coreografía de sus alumnas de varias edades. Los jóvenes de La Llana se calaron el casco vikingo, mientras que los de Sin poco salimos llenaron la calle de fresitas, kiwis vitaminados y plátanos revoltosos. Los mayores desfilaron bajo el estandarte de Los años dorados. La peña Antares se lanzó a la fantasía plateada con varias ninfas y una glamurosa musa que cerró el desfile.
