La pesca furtiva esquilma la reserva de Islas Hormigas

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Los pescadores observan, impotentes, cómo los furtivos están esquilmando la reserva de Cabo de Palos - Islas Hormigas. Así lo ha denunciado Bartolomé Navarro, el presidente de la Cofradía de Pescadores de Cartagena, con 40 barcos de pesca y 200 familias dependientes de la actividad pesquera en esta franja de la costa murciana.

 

"Llegan con las zodiac y los arpones dentro de la reserva, se dejan caer de noche y se llevan langostas, meros, lechas, dentoles. Están esquilmando la reserva, que es la fuente de vida para todos", señala el patrón mayor. Hace unas semanas, el servicio de vigilancia de delitos medioambientales de la Guardia Civil, Seprona, localizó a unos furtivos con 55 meros de los que el servicio de Pesca había colocado un chip con el fin de estudiar el recorrido de los peces y comprobar si salen o permanecen en la reserva. "Ya hemos pedido vigilancia a la administración. Sabemos que no tienen muchos medios y vemos que ponen esfuerzo, pero no es suficiente", indica Navarro.

"No solo entran a pescar donde no deben, sino que nos roban los aparejos y le ponen nuestras boyas cuando calan los tresmalles, de manera que cuando pasa la Guardia Civil, ven una bandera autorizada de las nuestras y ni se paran porque la reconocen", se queja el patrón mayor.

El patrón mayor propone "poner una tasa a todo el que vaya a la reserva y que esa cantidad se quede para la protección". Los pescadores de la Cofradía de Cartagena pescan, con autorización, a una milla de distancia de la reserva de Islas Hormigas. "Nadie se puede meter allí, en los mil metros a la redonda que rodean la isla. Allí los peces se aparean y se crían, luego van saliendo y nosotros podemos pescar los que salen", afirma Navarro. "la reserva es buena para nosotros, el otro día un pescador capturó 8 meros de gran tamaño, cuando hacía mucho tiempo que no se pescaban", señala.

La preocupación de los pescadores es que los furtivos acaben con la fuente de vida que es la reserva, lo que acabaría no solo con la actividad pesquera sino también con el escaparate submarino de primer orden que supone para los buceadores que vienen de todo el mundo a disfrutar de las vistas de los pecios hundidos y la abundante vida de la reseva de Cabo de Palos.

Los pescadores esperan que "los dueños de los restaurantes cada vez se den cuenta de que no deben comprar pescado a los furtivos, que rompen los precios del mercado y supone un grave daño para el mar y para los pescadores". "Nosotros avisamos a la Guardia Civil si sabemos dónde hay pescado de furtivos y, poco a poco, se van concienciando los hosteleros porque las sanciones son muy gordas", asegura Navarro.

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