Noche de emociones en la entrega de la Medalla de Oro de la Villa de San Javier a Aidemar, la asociación de discapacitados de la comarca del Mar Menor. Desde sus inicios, hace 34 años, han supuesto una ayuda fundamental para tantas familias que el agradecimiento no puede llegar mas que en metal precioso.
Aidemar recibió la noche del pasado viernes, en el salón consistorial de San Javier la medalla de oro de la villa de San Javier en manos de su presidente, Francisco García. El alcalde de San Javier, José Miguel Luengo, entregó el reconocimiento a la asociación que es "una seña de identidad que ha crecido mucho y bien en sus 34 años de historia en los que nos ha aportado dignidad entre otras muchas cosas en su dedicación a los discapacitados", explicó el regidor.
Luengo destacó "la implicación social y los valores de solidaridad que traslada esta entidad que es un referente regional y nacional en la atención a la discapacidad". Aclaró que el expediente para la entrega a Aidemar de la medalla de oro se inició cuando se encontraba el ex alcalde Juan Martínez al frente del Ayuntamiento. UN expediente que contó desde el principio con el apoyo unánime de la Corporación muncipal y del resto de la sociedad local.
"Esta medalla refleja el sentir de un pueblo", dijo el presidente, Francisco García, al recoger el galardón que simboliza "la culminación de un sueño porque esa es la historia de Aidemar". García repasó la historia de la asociación, que comenzó con 5 trabajadores y 21 niños y que, en la actualidad, cuenta con centros repartidos por toda la comarca costera en los que trabajan 270 profesionales especializados que atienden a más de 600 usuarios desde las más tempranas edades hasta después de la inserción laboral.
Una joven que vive en la residencia de Aidemar, Leticia Bibó, dio voz a llos usuarios de la asociación: "Llevo 7 años en el centro y me siento como en familia", dijo. Un video con momentos de toda la historia de Aidemar puso los momentos más emocionantes del acto social. El alcalde anunció que el municipio dedicará una calle a Rufino García Quesada, impulsor y presidente de la asociación en sus primeros años de vida. Sustituirá en las placas al nombre de la calle de la División Azul, ya que en ella se encontraba la primera sede y donde actualmente funciona la Casa de la Juventud.
