El retorno de la cucaña o cómo no perder lo más valioso

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Hay tradiciones que mueren y otras que se mitifican cuando son abolidas, y regresan con más fuerza. Es lo que pasó con la cucaña de Santiago de la Ribera, una tradición ancestral, cuyo origen se remonta a tiempos que no ha llegado a ver nadie que siga vivo. Después de unos años sin el reto del mástil, ha vuelto para recuperar ese reducto selvático que late en las tradiciones más ancestrales. "Los que iniciaron la tradiciópn ya están muertos", explica Ramón 'El Gurullo', uno de los pocos pescadores en activo de La Ribera.

Jorge Méndez es el nombre del ganador de la cucaña 2015 y el propietario del jamón que suele esperar en tierra al vencedor de tan solitaria justa, ya que lucha contra sí mismo, su gravedad y su equilibrio. Tal como se hacía en tiempos inmemoriales, el mozo cucañero debe subir a pie por un mástil enhiesto en pendiente ascendente y embadurnado de grasa, y agarrar la banderita que pende del extremo. No hace falta precisar que siempre caen al agua, tanto vencedores como vencidos, ante el jaleo y los vítores de los espectadores que llenan el embarcadero, pero hay técnicas que nos llegan del pasado.

Cuente Ramón el Gurullo, pescador de una larga estirpe ribereña, que el crack definitivo de toda la historia de la cucaña es sin duda Vicente El Mellizo, pescador ribereño ya desaparecido. "Era un máquina, la ganaba siempre", explica el pescador. La astucia de Vicente el Mellizo le proporcionó varios premios, que en otros tiempos no constaban ni mucho menos de un jamón, sino de unas miles de pesetas o de un pavo o un conejo. "Se untaba los pies en grasa y después se iba a la playa a llenarse de arena para no resbalarse en el palo", explica Ramón. Con más agarre que un neumático Pirelli, Vicente el Mellizo se alzó vencedor de la cucaña varios años consecutivos.

Eran tiempos de escasez, en que la diversión tenía que servirse con pocos medios. Un barco de pesca, el palo de un mástil y mucha audacia bastaban para el reto y las risas de los vecinos que miraban. "Fulanito ha caído con las piernas abiertas", era el comentario que bastaba para desencadenar las carcajadas. "Hay que ir con los brazos abiertos y 'palante palante'", explica Ramón.

La cucaña, que en tiempos se hacía en el conocido como muelle de los carabaineros, donde se alzaba la lonja de Mariche, se juega ya en el nuevo muelle, más cerca de la base militar. Hace unos años, el Ayuntamiento de San Javier prohibió la cucaña por medidas de seguridad y desde entonces la reivindicación de su regreso no ha cesado en las redes sociales. El nuevo alcalde, José Miguel Luengo, restableció la tradición y acudió a entregar el premio a pie de muelle el domingo, 26 de julio, día posterior a la festividad del santo patrón.

En las fotos, un momento de tensión en la cucaña, y el alcalde, José Miguel Luengo, entregando el premio al vencedor Jorge Méndez

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