GLEA, una pastelería de vanguardia para chuparse los dedos

Gastronomía
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SONIA EGEA LATORRE. ¿Estáis preparados para conocer la pastelería de vanguardia de la región de Murcia? Esta vez quiero endulzar vuestro día. En las calles cercanas a la catedral de Murcia encontramos la Pastelería Glea, regentada por Abel Bravo Máiquez, junto a su pareja Poli Gómez y sus padres, Luisa y José Manuel. Un local muy familiar. Y con un nombre que significa 'tierra en panacho'.

Abel muestra, a través de la pastelería, honestidad con el producto, respeto por la tradición y, a la vez, un enfoque al avance de las elaboraciones creativas de una forma personal. En su recorrido profesional ha trabajado junto a grandes como Carles Mampel (chef pastelero, chocolatero y heladero), Josep María Rodríguez (propietario de la Pastisseria en Barcelona) o en el restaurante Alkimia, también en Barcelona con una estrella Michelín.

Abel es un chef pastelero murciano que tiene mucho que mostrar, y decidió volver a su tierra para darnos la oportunidad de entender la pastelería como este arte se merece. Tiene claro que sus productos se elaboran al momento, para consumirlos en el día, ya que es la mejor forma de disfrutarlos. Les conocí con esa alegría que desprenden y esa energía que deja ver la dedicación y pasión que ponen cada día. Me enganché a ellos porque cada uno aporta algo imprescindible para Glea, y no pude más que estar atenta a la siguiente elaboración de Abel Bravo.

Abel Bravo y Poli Gómez hacen posible este placer de vanguardia para golosos. 

La oferta es bastante amplia, desde salados como el sándwich de lomo de cerdo ibérico cocinado a baja temperatura con chalota, mostaza antigua, pepinillo y lima. El hojaldre de cordero con cebolla, pasas y setas o las empanadillas de tomate frito, atún y huevo. También encontramos bombones, turrones y el roscón en Navidad, licuados con verduras y frutas, pan de masa madre y, por supuesto, bollería, como tarta de manzana, brioche, trenzas de chocolate, croissants.

Volví a Murcia tras haber vivido un año en Barcelona y al conocerles sentí un gran alivio: no iba a tener que echar de menos un buen croissant de mantequilla. Y hago hincapié en croissant, porque no es la masa descongelada, humedecida y blanda que acostumbramos a encontrar en confiterías. Ellos sí ofrecen una pasta de hojaldre crujiente de mantequilla, con rellenos exquisitos como es mi favorito: mascarpone con compota de frambuesa y un fino glaseado que recubre toda la masa.

Croissant con frambuesa y mascarpone. 

Y terminamos con la pastelería fresca, que da color a una vitrina que te hace dudar de cuál será la mejor elección. Con estos dulces, presentados en pequeñas piezas, puedes satisfacer a la persona más golosa con un Crunch compuesto por un cremoso ligero de chocolate 60%, crujiente de praliné de avellanas y bizcocho carve de chocolate y almendras. O sorprender con un postre en el que predominan el sabor a fruta y la acidez, un Citric Green compuesto de crujiente de almendra caramelizada, compota de piel de lima natural y mouse de limón.

Me fascina ver la evolución tras los años, que han sido recibidos con los brazos abiertos y el paladar inquieto. Cada vez son conocidos por más gente y se convierten en 'un imprescindible' para disfrutar y sorprender. Nos han mostrado los sabores en diferentes formas, texturas, colores. Y han acertado.

Bombones. Ante la imposible elección, mejor pedir una degustación completa. 

Caracolas crujientes y sabrosas, de elaboración artesanal, para hincarles el diente a media mañana o a media tarde o...

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