Cuenta la leyenda que allá por el siglo IX una cerda que padecía reúma y por eso andaba con grandes dificultades, se acercaba cada día con mucho esfuerzo a un determinado lugar de la orilla de la playa de los Barcos, en Isla Plana (Cartagena). Allí se revolcaba largo rato en las aguas calientes que manaban de no se sabe dónde. Para sorpresa de los habitantes de este pueblo pesquero de Cartagena, transcurrido algún tiempo el animal quedó completamente curado.
Los baños se abrieron al público el 2 de mayo de 1901 por el doctor Vera. Con solo situarse frente a la iglesia de Isla Plana, que atrae al visitante con su silueta recortada sobre el cielo azul intenso, llama la atención enseguida esta construcción sigular encalada, a la que se llega por una pasarela de madera paralela al mar. Los Baños constan de dos fases constructivas, una anterior, que data de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y una segunda más moderna, realizada a partir de las reformas posteriores a la Guerra Civil, en la que se construyen unas bañeras y tabiques internos. Los baños termales de Isla Plana fueron abandonados a mediados del siglo XX.
Este paisaje sorprendente no es el único aliciente que ofrece esta pedanía situada a 23 kilómetros al oeste del centro de Cartagena y muy cerca del término municipal de Mazarrón. El visitante no tarda en darse cuenta del sentido del nombre de este pueblo turístico, una pequeña isla de perfil plano que forma parte del entorno protegido del litoral mediterráneo.
Su frente marítimo, que enlaza el puerto de La Azohía con la iglesia de Isla Plana se convierte en una ruta de senderismo marítimo por diferentes ambientes naturales y hermosos paisajes. Tras pasar la desembocadura de la rambla del Cañar, un ecosistema de vegetación que destaca en el recorrido, se camina por un paseo de suelo de tierra cómodo para caminar y entre campos de cultivo.
Al llegar a las proximidades de Isla Plana encontramos el cruce del itinerario ecoturístico que lleva hasta Tallante por la rambla del Cañar, aunque si se sigue la línea de costa se debe descender al camino que discurre junto a la playa hasta el paseo marítimo de Isla Plana. Junto a la iglesia encontramos además unos yacimientos históricos de los siglos I y II después de Cristo, aunque se echa de menos algo más de información que un simple letrero de madera con la datación histórica.
Frente a los Baños de la Marrana, se encuentra la playa de las Barcas, donde descansan sencillas embarcaciones de pesca en un tramo de costa sin arena, aunque un poco más adelante ya se distinguen las sombrillas de los bañistas que disfrutan de la zona litoral provista de un colchón de arena.
Los más aventureros deben saber que este rincón de la costa mediterránea incluye un lugar casi de culto para los amantes del espeleobuceo, la Cueva del Agua. Los turistas y buceadores llegan allí atraídos por la belleza de un entorno tan encantador como peligroso si nos dejamos llevar por la leyenda negra que arrastra este laberinto sumergido que ya se ha cobrado varias vidas, entre ellas las de especialistas en submarinismo y espeleobuceo.
La gruta subterránea ofrece al menos tres kilómetros de tramos cuyos nombres ya echarían para atrás al más aventurero: Ratonera, las Galerías del terror y el Laberinto- Una sima que causa impresión, con sus 26 metros de profundidad e indescifrables, por el momento, secretos científicos que se encuentran en el punto de mira de varias universidades, completa el interés de esta bella anomalía costera.
En el recorrido laberíntico de la Cueva destaca un ramal a la izquierda que antes desembocaba en el Mediterráneo y ahora se encuentra cerrada. Esto, unido a las ramificaciones constantes, hace muy posible perder el sentido de la orientación. Según los buzos que han explorado sus peligrosas galerías, en el tramo final existen dos burbujas de aire casi irrespirable.
