Ingenioso sistema de pesca que, desde la Edad Media, constituye una de las más cuirosas y atractivas estampas costumbristas del Mar Menor. La Asociación Los Alcázares eco cultural organiza una ruta en barco hasta las encañizadas el 22 de junio. Un encuentro con la naturaleza y la historia.
Construidas casi en su totalidad por cañas, unidas unas a otras formando trampas a mnodo de laberintos hacia donde va a parar el pescado. Los Pescadores dicen que, al conservarse vivo hasta el momento de la extracción, sin sufrimiento ni lucha por la huida, conserva toda su grasa, por lo que resulta más sabroso y, por tanto, más caro en la lonja.
Se tiene constancia de su existencia al menos desde la baja Edad Media. Algunos indicios hacen pensar en su origen árabe en la laguna, como el uso de voces como arráez y sota arráez para distribuir la jerarquía de su organización, o las referencias escritas en fuentes inmediatamente posteriores a la Reconquista. Las encañizadas están situadas en las golas o canales de comunicación de la laguna con el Mediterráneo.
Cada encañizada consta de la travesía, las paranzas, los embustes y los corrales. Otras partes secundarias, o artes de apoyo, usadas frecuentemente en la encañizada son las redes de atajo, pardeteras, tresmalles o sartás, según expone en su completo libro 'Referencia histórica a las pesquerías del Mar Menor' Francisco J. Olmos.
Como refiere el experto, es más que probable el uso de este ingenio pesquero por los árabes, pero es en 1414 cuando Pedro Fernández Palomares pide autorización para construir una encañizada en el Mar Menor, con el compromiso de abastecer la ciudad de Murcia, y la libertad de vender el sobrante. El arrendatario obtuvo permiso para cortar la madera necesaria en el Pinatar. Era el mújol la especie más abundante y apreciada en la laguna, al contrario de lo que sucede en la actualidad, que este pez de carne blanca y algo más gruesa que la de la dorada, están en rerroceso.
Hay constancia de que en el siglo XVIII aumentó el consumo de pescado, en primer lugar porque era la dieta de la población humilde y, después, por el aumento de las vigilas impuestas por la Iglesia. Entre las curiosidades de la historia de la pesquería en el Mar Menor, llama la atención el nombre de la gola de Marchamalo, que procede de su mal funcionamiento como encañizada desde su construcción.
Visita en barco: 22 DE JUNIO. DE 9 A 14 horas
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Precio: socios 6 euros, no socios 8 euros, niñ@s 6 euros.
