El Pasico abrirá los brazos a nuevos peregrinos. El silencio que envuelve la pequeña ermita atrae desde hace años a los fieles, pero pronto será destino de peregrinaje con las tres rutas que el Ayuntamiento de Torre Pacheco quiere acondicionar para fomentar el turismo religioso.
"El objetivo es potenciar las rutas hacia la ermita de El Pasico y unirla con la de Caravaca", explica el alcalde de Torre Pacheco, Pedro Ángel Roca. La red de veredas y caminos que une este paraje tranquilo con las principales pedanías pachequeras se convertirá en ruta para senderistas, que podrán fundir en su experiencia la actividad física y la espiritualidad del peregrino.
La idea que quiere poner en marcha el Gobierno local consiste en habilitar unas rutas que, partiendo de las iglesias de Roldán, Balsicas y Dolores de Pacheco, permitan al caminante llegar a la ermita de la Virgen del Pasico, famosa por sus milagros.
Antes del verano podrían estar trazados los trayectos de las rutas para después acondicionar los caminos, instalar señalizaciones y lanzar la invitación general a convertirse en peregrinos.
La Virgen del Pasico, una figura triangular de alabastro, se encuentra en el altar de la pequeña ermita situada junto al molino de viento. Los vecinos cuentan que fue un labrador quien encontró esta curiosa piedra medio enterrada en su huerto. La figura de la Virgen desprendió una luz que llamó su atención.
Los vecinos la enmarcaron en un tronco de almendro y la adoraron con claveles. Su devoción se extendió con la fama popular de los milagros narrados por los fieles.
En plena Guerra Civil, la ermita fue saqueada, pero la imagen se salvó y, al final de la contienda, fue protegida en un sagrario. En 1949, se levantó una cruz a las puertas del templo.
Durante más de 50 años, la ermita estuvo custodiada por Dolores Sánchez, conocida como 'Lola la del Pasico', una vecina querida en la localidad, hasta su fallecimiento en los años noventa.
Lola inició la curiosa tradición de pasar un clavel por el tronco de almendro que sostiene a la Virgen para pedirle un deseo. Su altar siempre está rodeado de claveles rojos, en abgradecimiento a las peticiones atendidas.
