"Nadie quiere vivir bajo un techo precario", asegura la concejal de Servicios Sociales de Torre Pacheco, María José López. En medio de esta crisis sanitaria, los trabajadores sociales han intensificado la atención a los ocupantes de las infraviviendas que aún hay repartidas por diversos lugares del término municipal. Casas abandonadas o espacios industriales en desuso se convierten en refugio de familias y de hombres sin empleo. "No hay nadie con síntomas de COVID en estos asentamientos", afirma la edil.
No han detectado a ninguna persona con síntomas de coronavirus en estos asentamientos precarios, donde las perspectivas son tan oscuras o más que antes de la crisis sanitaria. Sin unas condiciones mínimas de habitabilidad, la edil teme que "si ya el empleo está difícil para alguien con un perfil normalizado, peor para quien lleva tiempo fuera del mercado de trabajo".
Los trabajadores sociales de Torre Pacheco han visitado estos asentamientos para comprobar que los ocupantes cumplen con las medidas de confinamiento al igual que el resto de la población, además de detectar si precisan de alguno de los servicios de emergencia social. El personal de Servicios Sociales ha identificado a estos residentes de infraviviendas y les han informado de la necesidad de permanecer confinados por su seguridad y la del resto de ciudadanos hasta que finalice el Estado de Alarma. Servicios Sociales mantendrá las ayudas para provisión de alimentos y otros productos de primera necesidad para estas personas en situación de extrema vulnerabilidad.
Casas abandonadas y espacios industriales en desuso suelen ser los espacios elegidos por las personas sin techo.
"Su principal carencia es la económica, debido a la falta de empleo, por eso a algunos es difícil sacarlos de esa situación y que puedan hacer frente a un mínimo alquiler compartiendo con otras personas como muchos casos en el municipio", indica la edil. Entre los ocupantes de las infraviviendas se encuentran tanto hombres solos como familias, aunque no se ha detectado la presencia de menores. La mayoría son de procedencia extranjera, aunque también hay personas de la zona que han perdido su vivienda por una cadena de adversidades que suele empezar por la pérdida del puesto de trabajo.
"Si las ayudas no van sujetas a una situación económica mínima, terminan por no ser sostenibles porque desde Servicios Sociales no podemos mantener a alguien indefinidamente", explica López. Según la edil, una alternativa digna de vivienda para los temporeros inmigrantes parecida a la fórmula francesa de las campañas de la vid debe "ir de la mano de la iniciativa privada, que proporcione trabajo y alojamiento, ya que sería inviable para Servicios Sociales".
